El objetivo de este edifico tenía una doble intención: diseñar unos grandes almacenes de vanguardia y crear un hito arquitectónico en Birmingham, con el fin de convertir, el edificio mismo en un catalizador genuino de regeneración urbana.
Un perfil incierto, de superficie brillante, formado por miles de discos de aluminio añade un telón de fondo etéreo a la iglesia de St. Martin, situada al lado. El interior tiene como elementos básicos un espectacular atrio con una claraboya entrecruzada por escaleras mecánicas esculpidas en blanco. De una estructura sinuosa pero compacta, completamente revestida con discos de aluminio de un diámetro de 60 cm, el centro comercial destaca con la fluidez de sus formas, con la ligereza de sus materiales y su aspecto antropomorfo.
El revestimiento, de discos de aluminio anodizado, enfatiza la curvatura del edificio que, en el exterior carece totalmente de rótulos, prácticamente ocultando su contenido. Sólo unas pocas portillas, en correspondencia con la planta baja, revelan parcialmente el interior del mismo, las entradas son cuatro, una de las cuales es un puente acristalado que conecta el jardín y el restaurante panorámico con el estacionamiento.
También el interior refleja la fluidez y la sinuosidad del exterior, tanto en la flexibilidad de la organización de los espacios, como en el modo en que la luz penetra en los diversos ambientes, los espacios comerciales, de 4.5 metros de altura, se reparten alrededor de un gran atrio a toda altura. Todo ha sido jugado sobre el contraste, evidenciando la diversidad de materiales, de formas, de dimensiones y de colores, cada uno marcado por una propia y fuerte individualidad.
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